Hay cuchillos canarios que, desgraciadamente, le perdemos la pista y solo lo podemos disfrutar en una vieja fotografía, o lo que es peor, en un vago y borroso recuerdo. Ésto le ha ocurrido a mi amigo Heriberto, novel coleccionista. Además, su colección la utiliza a diario en las labores pastoriles, empleando uno u otro ejemplar dependiendo de la tarea o si se va a lucir. En una fotografía de escasa nitidez de hace 18 años, justo cuando nació, aparece su padre ordeñando una cabra y en su cinto, una gran vaina de donde sobresale un sobrio pero lindísimo cabo. Era el cuchillo de su abuelo y le perdió la pista. Por ello, me pidió una réplica del mismo y este es el resultado, montado, esta vez, sobre oja de acero inoxidable de 20 cms.
martes, 26 de febrero de 2013
cuchillo nº 410
Hay cuchillos canarios que, desgraciadamente, le perdemos la pista y solo lo podemos disfrutar en una vieja fotografía, o lo que es peor, en un vago y borroso recuerdo. Ésto le ha ocurrido a mi amigo Heriberto, novel coleccionista. Además, su colección la utiliza a diario en las labores pastoriles, empleando uno u otro ejemplar dependiendo de la tarea o si se va a lucir. En una fotografía de escasa nitidez de hace 18 años, justo cuando nació, aparece su padre ordeñando una cabra y en su cinto, una gran vaina de donde sobresale un sobrio pero lindísimo cabo. Era el cuchillo de su abuelo y le perdió la pista. Por ello, me pidió una réplica del mismo y este es el resultado, montado, esta vez, sobre oja de acero inoxidable de 20 cms.
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